Ella era una chica que al principio no creía en nada, no esperaba nada
de nadie, dejo de ilusionarse, vivía al día y a la noche, dejándose sorprender,
era un hada alada y no pedía nada, más que vivir libre y con una sonrisa
siempre en la boca.
Hasta
que los labios de él la rozaron.
Él era
otro chico libre, del rollo, con una historia detrás que le hacía misterioso.
El chico era muy observador y una noche en la chica cantando se fijó. Él vio en
ella algo que le hizo cambiar sus planes.
Ambos
andaban sin buscarse pero a sabiendas de que andaban para encontrarse.
Estudiaban más por verse que por vocación. Compartian las mañanas y las tardes,
se hicieron uña y carne, sus pieles se necesitaban y con el primer contacto
saltaron chispas. El foco de calor empezó a crecer. El frío invierno se
empeñaba en separarles y ellos se empeñaban en iluminar la ciudad desde una
habitación. Dandose abrazos y besos, empezaron a vivir en una canción.
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