sábado, 22 de marzo de 2014

Segunda mirada.

Apoyado en mi pared, sujetando mi casa, segunda mirada.
Te bebes a Esther, pago yo.
Atravesamos la ciudad para dejarla atrás, para tenernos delante.
Sueños de niños, sonrisas de adolescentes, juegos de adultos.
Pasa a mi lado su olor, contengo la respiración.
No necesitamos que haya nada entre los dos, la piel.
Mordiscos en las orejas, caricias en la espalda, no se puede perdir más a un martes, solo que me vuelvas a besar hasta que anochezca, una vez más.
Y que al cortar el rollo, vuelva a crecer.
Salvada en tus brazos, sintiendonos, sincronizando los latidos con la boca y tic tac tic tac.
Otra tarde inolvidable, como todas las tardes en un parque.

Hablamos, jugamos en la misma liga un partido en el que lo importarte será no perderle de vista





Continuará..(?)


Primera mirada.

Era un canalla con el corazón de terciopelo, tigre y osito a la vez, magnética combinación entre ternura y animal.
Empezamos a hablar, reír, me bastó con la primera vez que me llamaste Lady Madrizzzzz.
Querías conocerme y yo dejarme encontrar, no era mi número, razones para odiar queriendo, para querer arriesgar.
Debajo del reloj, se paró el tiempo, a la primera mirada, supe que me moriria con la segunda. Tardó en llegar, pues ocupados, buscábamos un dulce entre las estanterías de un supermercado que no encontramos hasta que me diste la mano. Contándonos la vida en un paseo, muriéndonos de deseo. Leggins y chandal son buena combinación, tus dedos en mi espalda me cortaron la respiración. Huracán, trocito de cielo en un banco, firmando la concordia para que nuestros labios se tocasen y no parasen.
Siempre será primavera ese dia diez de marzo, aunque llueva. Porque anochece más tarde para que el sol nos baile, sentados sin prisa en un parque. Sacamos matrícula en la primera cita. Porque somos diferentes, disfrutamos los lunes. Nos escondemos en portales de la rutina, cerramos los ojos al abrir la boca, me acerco de puntillas, me miras de reojo, perdidos desde que nos vimos toda la tarde sin saber la hora de despedida. Y no fue un adios cuando subimos en el ascesor.
Que el mundo no pare, porque no nos queremos bajar.
Quiero seguir volando cuando te miro a los ojos.