martes, 28 de octubre de 2014

Soy y estoy feliz, y se me nota

Me ha atrapado y no pienso hacer nada para salir de sus arenas movedizas, de su barbita.
Me conoce mejor que nadie, me abraza los días de mierda y cuchara, me besa a la hora del café en la frente, en la tripa, en el cuello y en la sonrisa.
Juntos se nos pasa el tiempo volando, y volamos juntos en el tiempo, sin descanso, con prórroga y se le olvida hasta fumar el pitillo porque me confiesa que ahora se ha enganchado a mi energía,
que es mejor que la nicotina.
Nos olvidamos del mundo, mientras el mundo nos recuerda.
Paseamos por los semáforos en rojo, dejamos nuestro olor en los bancos de los parques y la policía se para cuando nos ve, dudando de si multarnos por querernos tanto, volviendonos escándalo, fuego, sangre que late y suena más fuerte que cualquier canción de Extremoduro.
Disimulamos volver al trabajo como si no estuviesemos cachondos, como si no fuesemos universitarios que se miran a escondidas, que se gritan susurrando que se quieren, que se ahogan en los ascensores y se sienten en los soportales.
Que días largos y besos guarros suena a canción de Leiva, a pequeña salvación por un instante,
a mi rutina preferida.
Tú.
Una utopía hecha realidad, que pensaba que nunca iba a encontrar, con notas salvajes y románticas, cantando al mismo compás
que no nos queremos soltar.
Que tenemos licencia para volar,
más allá de los límites, jugando a dejarnos llevar.
Las mágicas combinaciones, la atracción mental de la que no te puedes librar ni cerrando los ojos,
lo mejor de cada día, su compañía...