viernes, 11 de enero de 2013

Bebernos el miedo.

Un abrazo no necesariamente tiene que durar un par de segundos o minutos, puede durar el tiempo necesario para demostrar a la otra persona que la echabas de menos, que te gustaría tenerla entre tus brazos  cada hora, cada minuto, cada segundo. Hay ciertas personas que se cruzan en tu vida y dejan huella, de alguna forma te marcan, te marcan sonrisas, lugares, canciones. Todo lo que habéis vivido es tan grande que te ha hecho ver la vida con color. Te ha enseñado a disfrutar haciendo pequeños los males y viviendo en una fantástica fantasía donde te bebes el miedo y te dejas llevar. Y a veces te pones a recordar y piensas ¡Joder, qué feliz era! qué bonito era salir a la calle haga sol o llueva y cambiar el mundo, hablar de más o enredar un poco. Solo necesitabas su mano, tus alas. Qué le pasará que ya no sale a volar? Dónde han quedado tantas risas? Dónde está lo que construimos? Dónde están los besos que te debo? En qué cojones he estado perdiendo el tiempo? Dónde están mis alas? Y mis alas? Ahi delante mio, con el corazón de mimbre, el corazón oxidado, con miles de palabras que se quedaron sin decir pero que con una mirada se dicen lo que  guardabas para un este momento, un momento cualquiera, en un lugar cualquiera pero solamente nuestro. Y lees en sus ojos: Eres esa hermana que siempre quise tener.Y lo grande es que a ti también te gustaría que fuese esa hermana. Y sabes que seguirá siendo una de esas pocas personas que se cuentan con los dedos de las manos y de las que sientes cerca cada día y aunque no lo digas, te gusta estar con ella, porque con pocas personas este corazón es loco y desbocado, feliz. Ya estaba tardando el destino en volver a juntarnos. El próximo día me quedo a tu lado.

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